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Este epistolario entre el borrachín de Los Ángeles y el canadiense, no menos dado a la ebriedad, Al Purdy, recoge la correspondencia que ambos poetas intercambiaron durante los años ’60 y ‘70 del siglo pasado y que, entre chascarrillos y cuchicheos, dio como fruto un texto lírico y, en ocasiones, sobrecogedor. En él, sobre todo, se masca el juego de la ficción y la realidad con el que tanto disfrutaban, ése de los álter egos y los personajes detrás de las palabras. Creo que, de las 37 de la colección, la carta con la que más he disfrutado ha sido la nº 18, una verdadera bomba de relojería que te explota en los ojos y en las uñas. Me llama la atención también la nº 24, en la que Bukowski menciona a William Wantling, en una época de su vida en la que aún le consideraba “uno de los suyos”, es decir, un poeta con garra y fuerza y toda la bravuconería machota de la que un Bukowski cuarentón y pendenciero se servía para irse labrando su imagen de cabrón degenerado. Y tengo dos noticias, una buena y otra mala; la mala es que no hay traducción al español de este epistolario; la buena es que sé, de muy buena tinta, que hay por ahí un traductor fanfarrón que se ha propuesto que alguna editorial acabe por aceptarle el texto. Ya veremos.

[Seamus Cooney (ed.), The Bukowski/Purdy Letters: A Decade of Dialogue, 1964-1974, Sutton West, Ontario, & Santa Barbara, CA: The Paget Press, 1983, 117 pp.]

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